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¿HASTA CUÁNDO LA TORTA Y EL REFRESCO?.
Por Braulio David Hernández Gaona
 
Reflexión                                         Archivo 3 de Dian@, Diciembre del 2001.

Banda de Guerra de la Normal de Aguascalientes

Desde que se inicio esta revista de 3 de diana han sido innumerables las ocasiones en que he leído diversas opiniones incluyendo la propia por la forma en que se le retribuye al instructor de banda de guerra por su agradable, pero también agotador trabajo realizado.

La mayoría coincide en lo mismo: No se valora nuestro trabajo, no percibimos el sueldo que corresponde a nuestra labor y en varios casos desafortunadamente la respuesta va desde: "me dan la torta y un refresco", quizá hasta " solo me pagan lo del camión".

De estas y otras nada agradables respuestas es que surge mi pregunta: ¿hasta cuando la torta y el refresco?.

Pienso que uno de los motivos que influye para que se siga manteniendo esta tradición que al menos en Morelia data desde hace varias décadas, es que no hemos sabido fomentar en nuestros ex alumnos que se inician como instructores la idea de que el trabajo se cobra, no se mendiga, ya que algunas veces los inducimos, o dejamos que se inicien cumpliendo una especie de "noviciado", en el que trabaja para agarrar experiencia y no debe cobrar, al contrario, tiene que sentirse "orgulloso" porque el director después de observarlo trabajar arduamente durante uno o dos años, se compadezca y le pague lo del camión.

Otro motivo: La mal manejada rivalidad que nos lleva a enfrentarnos como instructores, practicamos el "canibalismo" y somos capaces de ofrecer nuestro trabajo en alguna institución de renombre sin cobrar, a cambio de tener la satisfacción de provocar que corran al compañero que sí pedía un salario aceptable y desplazarlo para mostrarle de alguna forma (muy deplorable por cierto) que soy mejor que él.

¿ Y de esta situación quien sale beneficiado?. ¡Claro! la parte directiva, quien burlonamente cumple dos objetivos:

1.- Cubrir el puesto de instructor sin pagar un solo peso.

2.- Castigar al "atrevido " instructor que en base a su desempeño pedía a cambio el pago de su trabajo.

Un caso especial son aquellos instructores que afortunadamente por contar con un titulo han logrado una carrera y desempeñan otro trabajo del cual se mantienen, por lo que no consideran necesario cobrar como instructor por mucho renombre y posibilidades económicas que tenga la institución en la que realizan esta labor, pero, ¿ que favor le hacen a quienes van iniciando con esa actitud?. Discúlpenme pero ninguna, ya que los directivos en todo se fijan, por eso están en ese puesto, y su forma de pensar es: " Si el instructor de la escuela X, es licenciado, ingeniero, doctor, químico, etc. No le cobra a su director. El mío que apenas tiene la prepa o que va empezando, ¿por qué le voy a pagar?".

Habrá que buscar entonces la estrategia para que no se afecte a otros compañeros o al que llegue después de nosotros, no olviden que no somos eternos.

¿Qué puedo hacer en este caso?.

Podría ser que me busque un auxiliar, le enseño a ser instructor y el sueldo que cobro se lo entrego a él, o que con esa paga les de cada mes un premio a los alumnos mas destacados en mi banda, de esta forma la institución adoptara como costumbre que el instructor cobra, y no se le hará extraño que venga otro instructor y pida un sueldo.

Por el lado sentimental el que al parecer tenemos muy desarrollado los instructores, es con el que más sufrimos.

Así, nos encontramos con aquellos que al haber obtenido grandes triunfos con su banda, encontrar un ambiente de camaradería con sus alumnos, estar encariñados con la banda de la escuela donde egresaron, o que es la banda con la que iniciaron su trabajo de instructores, se olvidan de que son seres humanos y que también sienten, ( ¿qué contradictorio no?) comen o tienen necesidades que no se cubren con la satisfacción de obtener un primer lugar de un concurso o la palmadita en la espalda (muy escasas por cierto), de aquel que lo contrato, al que no se atreven a pedirle un sueldo por miedo a que los despida, ¿había algún contrato? y los deje sin la banda que tanto quieren.

Les pido que se respondan este cuestionamiento los que alguna vez tuvieron que emigrar como instructores de la banda de sus amores por haber pedido un pago o un aumento ¿ se les termino el mundo?. Estoy seguro que no, y lo que es mejor, posiblemente llegaron a otra banda en donde sí les valoraron su trabajo y además de las satisfacciones sentimentales encontraron las monetarias.

Después de leer lo anterior, al momento de estarlo escribiendo hice una pausa y pensé: ¿No estaré exagerando por caer en el interés del dinero?, pero reflexione y me di cuenta que no por una razón:

La mayoría de los instructores llevamos a la practica una extraña ética, sin que nadie nos lo pida buscamos cada día la forma en que la banda que ensayamos dé su mejor esfuerzo en todas las actividades que realiza, actos en la misma escuela, (importantísimos), desfiles, servicios, concursos y todo evento en el que como banda de guerra se nos haya requerido, para ahora sí, no defraudar a quien nos contrata, nos da un sueldo y confía en nosotros, correcto es decir:

Si pido un sueldo decoroso, debo brindar un trabajo decoroso.

Sin embargo, habrá directivos que a pesar de años de trabajo decoroso, sigan queriéndonos engañar con el cuento de: "ya te voy a conseguir una plaza, o ya te vamos a dar unas horas, no te desesperes", pienso que sencillamente a esos directivos debemos mandarlos al diablo (pobre diablo). Y correr la voz para que ningún compañero les siga regalando su trabajo.

Quiero tocar aparte el tema de las instituciones que verdaderamente necesitan el apoyo de nosotros como instructores, instituciones en que sus integrantes son voluntarios e incluso ellos mismos cubren los gastos correspondientes a uniformes, instrumentos y transporte, ( Pentatlón, Bomberos, Cruz Roja, Bandas libres), y las escuelas que se encuentren en un verdadero alto grado de marginación económica, aunque de estas ultimas son pocas las que cuentan con banda de guerra. Considero que son los únicos casos en que debemos ser conscientes de no pedir a cambio de nuestro trabajo otra cosa que la satisfacción de ver nacer en cada uno de nuestros alumnos un nuevo bandero.

Espero que con mi comentario pueda despertar algunas conciencias, que podamos decir como instructores un enérgico ¡ya basta! a seguir recibiendo "la torta y el refresco", y que sea un paso más, para seguir dignificando nuestro trabajo.

Instructor de Bandas de Guerra.
Braulio David Hernández Gaona.

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