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" Párense, ¿que no ven que están tocando el Himno Nacional? -los dos en posición de firmes-; con el brazo derecho doblado y el codo levantado a la altura del corazón, sintiendo el tun tún de las palpitaciones en nuestra mano extendida. La neta, los dos chiquillos hacíamos muy bien el saludo a la bandera; rugíamos: mexicaaanos al griiito de gueeeerra. Enanitos se nos hacían los extranjeros.

LA ANTI-TESIS DE LA BANDA DE GUERRA...

¿POR QUÉ MASIOSARE?
(UNA REFLEXION SOBRE QUE TANTO SABE UN NIÑO SOBRE EL SIGNIFICADO DE NUESTRO HIMNO NACIONAL)
Por: Armando Ramírez
SEPTIEMBRE DE 2005
"Puedes hacer todo lo que tienes que hacer y, algunas veces, puedes hacerlo mejor de lo que creías que eras capaz de hacerlo", Jimmy Carter

3 DE DIANA

Banda de Guerra del Colegio Las Rosas del D.F.

¿POR QUÉ MASIOSARE?

En ese clamoroso recuento histórico, la multitud atragantándose de sandwiches propagandísticos aplaude a rabiar, grita gruñendo cualquier sonido, el chiste es que se oiga, los listos se esfuerzan por que el señor Presidente sienta que sí aplaudieron. Repica la campana de Dolores y se escucha la histórica "Marcha de Zacatecas", machacada por la banda de cadetes del Heroico Colegio Militar.

Era el inevitable tiempo en donde todo niño mexicano es contagiado por la leyenda y el espíritu de los Niños Héroes. Ellos, nuestros héroes, esculpidos en piedra; cara a cara, mofletudos querubines aztecas cuidaban el altar de la Patria; ellos nunca se abrieron a los gringos, por eso:

3 DE DIANA

- ¡Que la patria os lo desmadre!

Mi madre, al oír esta frase llegada desde el patio de la vecindad, salió con su escoba para gritar a los cuatro vientos:

- Groseros, ustedes no respetan a los héroes que nos dieron Patria.

Y nosotros, sus querubines caseros, acá, en el seno de Chilelandia, donde la familia mexicana vive mejor frente al televisor en blanco y negro; la piel se nos hacía chinita; mi hermanito, solidario, me acompaña mientras la voz maternal nos conminaba a estar al pie del cañón:

- Párense, ¿que no ven que están tocando el Himno Nacional? -los dos en posición de firmes-; con el brazo derecho doblado y el codo levantado a la altura del corazón, sintiendo el tun tún de las palpitaciones en nuestra mano extendida. La neta, los dos chiquillos hacíamos muy bien el saludo a la bandera; rugíamos: mexicaaanos al griiito de gueeeerra. Enanitos se nos hacían los extranjeros.

Y si los marcianos hubieran aterrizado en las tierras de la tuna y el nopal, a punta de nopalazos los aplastaríamos y a tunazos los pintaríamos con tinta sangre del corazón de Copilli.

Mi hermanito sonríe al ver la televisión. Eso siempre me intrigó del susodicho; desde chiquito la política lo mataba de la risa. Cuando se descuidó mi mamá me dio un mazapanazo, me sacó la lengua y me acusó:

3 DE DIANA

-Mamá, mi hermanito no se sabe el Himno Nacional, nada más movía los labios.

Y para toda reacción, ¡rájale!, me cayó un flamígero y maternal manazo en la espalda por antipatriótica memoria.

- Chiquillo majadero, a qué estás yendo a la escuela, qué, ni eso te enseñan.

Yo la miré como si el mundo viniera rodando sobre mí; quise pedir la ayuda de Charles Atlas, pero como Niño Héroe del Castillo de Chapultepec acepté mi mea culpa. Aguanté el pedo.

Ahora que mi gran pedo patrio radicaba en que no entendía ni madre la letra del Himno Nacional. ¿Qué era eso de: Maciosare (sic) un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo...? No sabía el significado de la palabra Maciosare; mi angustia amenazaba el sano desarrollo de mi líbido; me sentía culpable al masturbarme; esquizofrénico busqué el significado de tan patriótica palabra.

3 DE DIANA

Al no encontrarlo, tremendo sentimiento de pecado invadió mi estructura existencial porque a lo que me sonaba la inmortal palabra era a: Tierra de maíz palomero germinado en el suelo patrio. Y después la siguiente frase: un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo. Ni que fueran perritos para miarse en las tierras del maguey. No me checaba.

Las preguntas me perseguían como espinas nopaleras dentro de lo más íntimo de mi ser patrio: ¿Qué, habrá plantas de maíz carnívoro que andan caminando por ahí? Mi derrota existencial me hundía en las profundidades del inconciente.

Cómo, me recriminaba mi conciencia: ¿Qué no eres mexicalpan de las tunas?

Todos los maestros, año tras año, en la escuela primaria Mártires de Chicago, hoy Mártires del Fobaproa, me obligaron a aprenderme de memoria la letra del Himno Nacional, pero nadie me explicó su significado; y cuando me atreví a preguntarles a mis condiscípulos, ¡me bautizaron!

Fue un lunes, cuando son los honores a la bandera y yo pregunté que qué quería decir Maciosare, el más grande de la clase me dijo:

- ¡Un extraño enemigo! ¡Menso!

Yo repliqué con otra inquietante pregunta:

- Ah, ¿Maciosare son los gringos?

- Nooo ¡taras!

- Entonces, ¿los alemanes?

A coro me respondieron carcajadas infantiles, que casi hacen que desista de la siguiente pregunta:

- ¿Un extraño enemigo son los rusos? ¿Los comunistas? ¿Los judíos?

El más grande con seriedad marmoliana aplacó mis ansias:

- No, mas si osare un extraño enemigo es cualquier amenaza a la Patria.

- ¿Los hijos de la chingada?

- Ecole cua.

- Ah, ya entendí: Maciosare son las amenazas a la Patria tangibles e intangibles.

Ante tanta iluminación dejé a mis condiscípulos hechos unos reverendos pendejos. Salieron del letargo inspirados por un sentimiento colectivo de simpatía hacia mi persona y comenzaron a decirme:

- Maciosare... Maciosare... haciendose del baño de la risa.

Sí, ahora ya lo sé; yo era un extraño enemigo de la Patria.

Este fragmento de ¡Pantaletas! de Armando Ramírez, editorial Océano, 2001, se publica con autorización de los editores


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